La Caída fue el resultado de un marido ausente. Y la pregunta sigue proyectando su eco desde los albores de la Historia: “¿Dónde estás tú?” … Adán (Génesis 3:9). Dios no nos ha creado como entes sueltos, como individuos autónomos e independientes; antes, Él estableció núcleos sociales que se desarrollan a partir de un representante, de un mediador que rinde cuentas delante de Él. De ahí que toda sociedad tenga su rey, presidente, jefe, maestro o entrenador. Las decisiones del representante afectan a toda la sociedad.
“Si fueren destruidos los fundamentos, ¿qué ha de hacer el justo?” Salmos 11:3.
El núcleo básico de la sociedad es la familia, y en la familia el esposo es el representante. Las decisiones de este afectan a esposa e hijos. Es una ley social inquebrantable. Aún en medio al feminismo rampante de nuestros días, el padre sigue siendo cabeza del hogar. Luchar contra eso es como resistir a la fuerza de gravedad. Es imposible cambiarla. La pregunta no es si el marido es cabeza del hogar o no, sino qué clase de cabeza es y cómo está realizando su labor. Aún con su ausencia, sigue siendo la mayor influencia en su hogar. Adán no estaba cuando tenía que estar y su familia – junto a toda la raza humana – cayó.
Marido cristiano, en tus manos está dar los pasos necesarios para establecer los fundamentos de la sociedad. Y el camino es el siguiente: ama a tu esposa y cuida a tus hijos. Esta es la base. Aprende a ser un buen marido. ¿Cómo? Mirando al Marido por excelencia; poniendo tus ojos en Jesús. En Efesios 5:25-28 leemos que debemos amar a nuestras esposas como Cristo amó a su iglesia, a grado de derramar su sangre por ella y santificarla por la Palabra. ¿No debemos también nosotros sacrificarnos por ellas? ¿No debemos ministrarlas con la Palabra? Marido cristiano, aprende de Jesucristo y ocúpate de tu hogar.
Pedro Blois