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“Cuando nuestro Señor y Maestro Jesucristo dijo: “Haced penitencia…”, ha querido que toda la vida de los creyentes fuera penitencia.” Esta es la primera de las 95 tesis que Lutero clavó en la puerta de la iglesia en Wittenberg (31 de octubre del 1517).

Una de las mayores preocupaciones de Lutero con la venta de indulgencias era que estas relajaban la necesidad del arrepentimiento sincero y de aquellas obras de obediencia que deben acompañarlo. Si comprando indulgencias uno podía eximirse – y a otros – del purgatorio, ¿Qué necesidad hay de arrepentimiento? ¡Solo debemos comprar indulgencias!

Puede que hoy no tengamos el problema de las indulgencias, pero el mismo peligro se ciñe sobre nosotros. Me refiero a la tentación de evadir la necesidad del arrepentimiento y la obediencia mediante la práctica de la religión. Hermanos, hay momentos en los que ir a la iglesia, orar o leer la Biblia, puede ser pecado.

Cuando deshonramos a nuestro cónyuge, somos negligentes con nuestros hijos, desobedecemos a nuestros padres o guardamos rencor a nuestro hermano, ¿pensáis que orar nos indultará? ¿Consideráis que congregar el domingo purgará nuestro mal? Os aseguro que no. Antes, eso solo agravará el problema.

“¿Se complace Jehová en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca la palabra de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros.” (1 Sam. 15:22). A veces lo más espiritual que podemos hacer es leer un libro con nuestros hijos, confesar nuestros pecados a nuestra esposa, preparar la cena a nuestro marido, trabajar duro hasta que llegue la noche o recibir a los suegros en el hogar. Hermanos, huyamos de toda práctica religiosa que no nazca de una obediencia amante a los mandamientos divinos, pues eso es lo que agrada al Señor.


 Pedro Blois

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Francisco Noguera
24 days ago

Qué gran verdad. Pidamos al Señor que nos libre de ser religiosos hipócritas, no practicando LA PIEDAD, en el poder del E.S.