#3670
Vanessa
Participante

Buenos días mis amados hermanos, hoy ha sido una lectura intensa y que me ha ministrado de forma muy personal y directa, os explico el por qué.
Esta tarde es tarde de RRMM, CABALGATA!!!!! y tengo turno de trabajo, para quienes no lo saben, soy operadora en la sala de emergencias sanitarias del 061.
Esta mañana me levanté con cierto temor al turno de esta tarde, sobre todo, por la cantidad de niños que hoy salen a la calle, por la actitud de los adultos en estos eventos (son irresponsables y desconsiderados con los niños).
El punto es el siguiente: Mediante la lectura de hoy y la intercesión tan intensa de Abraham por Sodoma y Gomorra, he sentido PAZ, una PAZ asombrosa, ya se lo que debo hacer; clamar, interceder de forma insistente y con ímpetu, Dios escucha nuestro clamor, valora nuestra intercesión, Dios nos lleva a amar al prójimo y también nos regala amor hacia los perdidos. Quiero interceder como Abraham, aprender de el. Y esta tarde será un turno lleno de su presencia, de su misericordia y de su Espíritu.
A parte de esta reflexión tan personal y directa, me he parado a reflexionar en la conversación de Abraham con los tres hombres, de los cuales uno era el Señor, y no he podido evitar visualizar la situación en mi cabeza, como si de una escena cinematográfica se tratase:
_ Vas a tener un hijo (Dice el Señor a Abraham)
_ A mi edad, jaja (Sara, que esta escondida «espiandillo»)
_ ¿Por qué se ríe tu mujer? (El Señor a Abraham)
_ No me he reído (Sara, con temor al ser «pillada»)
_ Si, te has reído (El Señor a Sara)
He parafraseado la situación con el objetivo de darle la naturalidad con la que he percibido esa situación. Me llena de gozo saber que nuestro amado Dios no es alguien distante, sino que nos habla, de «tu a tu», de frente… se comunica con nosotros en una relación tan natural como sobrenatural (una paradoja)… y yo, en palabras de hoy, «flipo»… ¡Qué grande es nuestro Padre! no retira su rostro de nosotros, nos ve, nos oye y responde a nuestro clamor.
Quiero más y más de Él. Como dice el salmista; ¡esperarle con ansia, postrarme en su Templo, morar en Su casa y sentir su protección rodeándome!